martes, 11 de febrero de 2014

Desde la mirada de las constelaciones familiares

LA RELACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS

Saber que necesitamos relacionarnos y vincularnos con los padres es algo simple que todos aceptamos, pero comprender que las dificultades en la relación con ambos padres o con uno de ellos producen problemas serios en nosotros mismos y en las relaciones con los demás es algo poco reconocido. A decir de Heidegger: "La vida no puede ser comprendida sin mirar hacia el pasado, pero tan solo puede ser vivida si miramos el presente".
Considero esencial comprender el desarrollo del ser humano desde la mirada vincular para entender las constelaciones familiares.

EL VÍNCULO CON LA MADRE

Todos nacemos de una madre, e inicialmente dependemos física y emocionalmente de ella para vivir. Debido a esta dependencia, es esencial que la madre desempeñe tres funciones medianamente bien para criar a un individuo sano.
Si hemos tenido una madre suficientemente buena, suficientemente dadora, nos resulta fácil interiorizarla como una fuerza que nos alimenta y estará integrada en nuestra alma. La aceptamos con lo bueno y lo no tan bueno, con habilidades, limitaciones, errores y aciertos. Del mismo modo que tenemos confianza en la madre, la tenemos en nosotros mismos, en lo que somos y en lo que lograremos alcanzar. Nuestra autoestima se regula desde adentro y no desde afuera; cuando creemos en nosotros nos sentimos valiosos, merecedores y capaces, no dependemos de un factor externo que nos lo confirme. En cambio, si tenemos una madre a la que sus limitaciones humanas no le han permitido cumplir sus funciones, no tendremos certeza de su amor incondicional. Dudaremos, no nos sentiremos mirados, amados… y es posible que tengamos reproches y quejas. La mirada de las constelaciones nos mostrará que, independientemente de que la madre haya podido desempeñar suficientemente todas las funciones, podemos comprender y reconocer que fue así, y conseguiremos "tomarla tal y como fue" para poder seguir adelante en la vida.

¿CUÁLES SON LAS FUNCIONES DE UNA MADRE?

La primer función es la de acunamiento. ACUNAR es lo más instintivo, es abrazar, arrullar, dar. La madre intercambia placer con el hijo, sonrisas, balbuceos, palabras, y sus avances en el crecimiento es lo que recibe como retribución; esto contribuye a continuar la interacción.

La segunda función es la contención. CONTENER no es solo poner límites, es además evitar el desbordamiento de los sentimientos del hijo. También implica poder recibir del hijo no solo lo bueno: sonrisas, balbuceos y palabras sino también los berrinches, caprichos, todas sus necesidades, como las fisiológicas y los comportamientos que no nos agradan. Las madres que rechazan algún comportamiento del hijo es porque les hacen recordar casi siempre a personas no gratas en la familia o les muestran comportamientos no aceptados de sí mismas.

Es natural que una madre deprimida críe a un hijo deprimido o colérico. Este puede presentar una depresión tan grave que se ilusione con la idea de morir. Obviamente, esa depresión ocurre porque la madre no puede dar lo que no ha recibido y no lo ha recibido probablemente porque ella tampoco tuvo un buen vínculo con su madre. La historia se repite una y otra vez, esto es lo que llamamos herencia transgeneracional. Así como traemos en los genes la herencia física, existe la herencia psicológica a través de lo que llamamos los rasgos de carácter. Además, el ambiente determina muchos de nuestros comportamientos debido a la educación y al sistema de valores y creencias al que somos leales.

CUANDO NO SE CREA O SE ROMPE EL VÍNCULO

En las circunstancias en que el vínculo entre la madre y el hijo no se construye, la mente del niño no logra sentir que pertenece a la madre y que es parte de ella, tampoco puede sentir certeza de ser amparado y protegido. Puede quedarse entonces, apegado a ella a la espera de poder sentir esa certeza. En otros casos, cuando sí se logra el apego pero durante el primer año de vida hay rompimiento o separación de la madre, ya sea porque el bebé es llevado a vivir con otro familiar o la madre fallece, esa mente humana no logra diferenciarse y desapegarse de la madre. Ya siendo adulto, aquella persona no logra desarrollar la capacidad de vinculación y de diferenciación, así que no puede tener relaciones diferenciadas con los demás seres, únicamente tiene relaciones donde no hay conexión afectiva profunda. Estas personas no plantean relaciones donde el otro es diferente a ellos, no soportan las diferencias, pues estas son sentidas como una traición.
Las constelaciones familiares se centran en tomar a la madre como punto esencial de su planteamiento en las relaciones entre las personas y al mismo tiempo, se remontan a las generaciones anteriores. Si la madre no puede aceptar a su propia madre, no le es posible aceptar a su propia hija. Esta hija no se siente recibida y por ello no puede tomar de la madre carente, no se puede llenar esta percepción con alguien vacío. Así las cosas en caso de que la hija desee formar una pareja no será fácil para ella recibir ni tomar del otro. Si no tenemos una madre dentro de nosotros no podemos amar.

ADICCIONES, PROBLEMAS DE NUTRICIÓN Y EL VÍNCULO CON LA MADRE.

Desde el punto de vista psicodinámico, las adicciones como el alcoholismo y las drogas tienen que ver con la primera etapa del desarrollo psicoafectivo del niño, que es una etapa oral estrechamente relacionada con la nutrición y la lactancia materna. Después de la respiración, la succión es el segundo reflejo más importante y la boca es la que sustituye el cordón umbilical, que fue el que nutrió al bebé durante nueve meses. A través de la boca es que el niño lacta afecto, de esta forma se nutre de la madre. Cuando el pecho de la madre no ha sido energetizado con afecto y abundancia, el bebé siente que se interrumpe el acercamiento amoroso entre él y la madre. Ese "movimiento interrumpido" hace que, cuando sea adulto, sufra patologías que tienen que ver precisamente con la boca. Debido a que el placer se encuentra en la zona oral, de donde el niño se nutre de la madre, el hijo genera un vínculo de afecto hacia la vida. Pero si el bebé jamás recibió ese contacto con la vida, se deprime y se genera en él un deseo inconsciente de relación permanente con la muerte.

EL VÍNCULO CON EL PADRE

Del vínculo con el padre, el hijo aprende la diferencia, es decir, que hay varios puntos de vista y maneras de hacer las cosas. También aprende a vivenciar cómo se siente estar en un tercer lugar, así el niño conoce cómo se vive en el seno de una familia en el que hay que relacionarse entre tres. Estas relaciones entre tres son aprendidas en las vivencias entre papá y mamá con él, y entre papá y mamá sin él. De este modo es que aprende que a los demás también se les da lugar y a respetar las necesidades de los otros.
El padre enseña el "no todo". Cuando el padre le dice "no" al hijo o a la madre, está enseñando que no todo lo que se desee, se puede. A su vez, la madre comienza, a través de la alimentación, a hacer esperar al niño mientras puede alistar el alimento. Con estas enseñanzas, los padres le indican al hijo que hay que esperar gradualmente en la vida. Los padres en conjunto desarrollan una disciplina en casa donde los límites, la autoridad y el cumplimiento de las leyes permiten a los hijos adaptarse al entorno social. En muchas familias sucede que el padre está ausente, no participa en la educación del hijo y se entrega a su trabajo o a su vida personal. Se da también que su palabra no es escuchada ni validada por la madre, o sucede que el padre está presente en la familia como un niño más y no hace valer su palabra, como una forma de evitar las responsabilidades. Ante la ausencia del padre, la madre necesita ejercer las dos funciones pero generalmente uno de los hijos asume alguna de las funciones paternas ante los otros hermanos y se produce un desorden que trae como consecuencia que un hijo deje de asumir el rol que le corresponde, el que le permite tomar de los padres y ser igual a los otros hermanos.

LA IMPORTANCIA DEL VÍNCULO CON EL PADRE.

La relación con el padre se establece a través de la madre. El padre aparece en la mente del niño con la palabra que diferencia al niño de la madre: "No". El padre que hace funciones de madre es interiorizado por el niño como una madre, así queda vacío el lugar del padre. Estar vacío angustia a los niños y jóvenes de tal manera que se llenan compulsivamente con lo que encuentran: comida, drogas, cigarrillo o cosas.
Es común que algunas madres no permitan a sus hijos e hijas acercarse al padre. Algunas veces no es en forma consciente, pero se habla mal de él y se resaltan las situaciones de diferencia en la relación de pareja, de tal manera que el hijo no desea el acercamiento a él. Como consecuencia, el hijo se siente culpable por ser desleal al padre, se aleja de él y no lo vuelve a ver, de tal modo que no logra integrarlo en su alma. Si la madre no permite que el hijo se relacione con el padre y otro diferente a ella, este sujeto quedará sin construir el espacio para una pareja y son personas que tendrán relaciones dependientes: adictivas, codependientes, o de sumisión y sometimiento.

Desarrollo psicológico para convertirnos en seres adultos sanos

Con la madre se inicia el primer contacto de un hijo, ellos son parte de la madre en el embarazo y al nacer son seres diferentes, gradualmente independientes. Las madres somos responsables de soltar a los hijos, desde la mirada de su desarrollo psicológico debemos entregárselos al padre para permitir que se relacionen con él tal cual es. Debemos ayudarlos a sentir que con el padre el vínculo solo será diferente y que no se romperá el lazo con nosotras, que no nos perderán. Además, el hijo necesita reconocer al padre como un ser con cosas buenas dignas de valorar. El padre, por su parte, debe recibir al hijo dentro de su proceso afectivo para que la madre lo pueda entregar. Él conseguirá retirarse de la madre cuando se sienta seguro al lado del padre. Lo anterior con el fin de que el hijo se "llene de padre", o sea, de masculinidad: si es hombre, que viva las experiencias propias de su sexo y si es mujer, que conozca al sexo opuesto. Es común que sea más cómodo para los hombres en nuestra sociedad dejar a la madre ocupándose de los hijos varones y normalmente las consecuencias se ven más adelante. Se originan conflictos que van desde problemas de identidad sexual, perversiones, adicciones, hasta dependencias de las madres y dificultades para tratar con las mujeres de una forma diferente a la filial, o logran solo seducirlas y las dejan. Los niños que se quedan sin ir al padre en su desarrollo emocional no pueden amar y desear a la misma mujer, normalmente o aman, o desean. A la mujer que no es la madre de los hijos es a la que pueden desear. Muchas relaciones de pareja comienzan a enfriarse sexualmente después de tener hijos. Sin embargo, es una situación superable si se trabaja en terapia. En el caso de las mujeres, también la madre debe desapegarlas y soltarlas durante su desarrollo psicológico para que puedan ir al padre pero más tarde, después de unos años, rescatarlas de los brazos del padre para que regresen y se identifiquen con su género, de esta manera transita al proceso de buscar pareja para ellas. Es frecuente ver en la consulta que las hijas que se quedan en alianza con el padre tienen problemas personales y buscan ayuda de pareja. Allí se observa que la madre dejó a la hija ocupando el lugar de ella, desempeñando las funciones de cuidar y atender al padre. Es aquí cuando aparece un divorcio psicológico, aunque la pareja siga viviendo bajo el mismo techo. Cuando se da la situación de que las hijas ocupan el lugar de la madre, estas mujeres son las mejores amantes, las heroínas, pero no son buenas parejas de nadie.

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